Embarqué
en
la
zona
portuaria
de
Cannary
Warf,
Londres,
un
gris
6
de
Agosto.
Nunca
me
he
distinguido
por
ser
especialmente
rápido
en
hacer
amistades,
pero
parece
que
eso
no
tiene
mucha
importancia
cuando
se
pisa
suelo
argentino
(cubierta,
en
este
caso,
pero
no
por
ello
menos
argentina).
No
tardé
más
de
dos
días
en
conocer
a
todos
los
guardiamarinas,
y
fue
por
el
especial
interés
que
ellos
pusieron
en
que
yo
me
integrase.
Cada
vez
que
alguno
pasaba
a
mi
lado,
"¿Todo
bien?"
era
lo
que
siempre
escuchaba.
Desde
ese
aquél
primer
día,
pude
disfrutar
de
un
apasionante
viaje,
en
el
que
nunca
faltó
el
sentido
del
compañerismo,
tanto
entre
los
argentinos
como
con
todos
los
invitados
extranjeros,
la
amabilidad,
el
saber
estar
y
el
saber
bromear
como
si
todos
los
que
én
aquella
cámara
convivíamos
nos
conociésemos
desde
chicos.
Nunca
obtuve
un
no
como
respuesta
a
ninguna
petición,
así
como
traté
de
no
darlo
yo
tampoco.
Supongo
que
todas
las
escuelas
navales
y
todos
los
buques
escuela
deben
ser
bastante
parecidos
(al
menos
yo
comparo
los
que
conozco),
pero
especialmente
la
relación
que
yo
tuve
como
marino
español
con
aquellos
marinos
argentinos
fue
mucho
más
allá
de
lo
que
podía
haber
imaginado
nunca.
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He
de
decir
que
también
tuve
la
suerte
de
visitar
Buenos
Aires
a
principios
del
2001,
en
mi
crucero
de
instrucción
a
bordo
del
Juan
Sebastián
de
Elcano,
y
ya
allí
conocí
a
algunos
de
los
guardiamarinas
que,
un
año
y
medio
después,
he
tenido
la
suerte
de
reencontrar.
Para
todos
aquellos
que
aún
no
hayan
visitado
la
fragata,
les
animo
a
que
lo
hagan
en
cuanto
tengan
la
oportunidad,
porque
no
me
equivoco
al
afirmar
que
es
sin
duda
la
mejor
representación
que
posee
Argentina
en
el
extranjero,
tanto
en
su
parte
oficial
como
en
su
parte
personal,
y
sobre
todo
en
esta
última.
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Ya
para
siempre
quedarán
en
mi
memoria
aquellos
momentos
vividos
entre
todos
nosotros,
las
llegadas
a
puerto,
siempre
con
gran
emoción
por
la
oportunidad
de
descubrir
nuevas
gentes
y
nuevas
costumbres;
las
salidas
de
puerto,
con
la
tristeza
de
dejar
nuevos
amigos
en
lugares
tan
alejados
de
la
nuestra
casa;
poder
compartir
las
navegaciones
,
aquello
para
lo
que
los
que
allí
estábamos
habíamos
nacido,
entre
tan
buenos
amigos... |
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Pero
como
todo,
llega
el
momento
de
la
despedida.
El
13
de
Septiembre,
con
un
extraño
sentimiento
adueñándose
de
mi
corazón,
presencié,
esta
vez
desde
el
muelle,
como
la
fragata
largaba
sus
amarras,
rumbo
a
nuevas
gentes,
nuevas
tierras...
Realmente
fue
un
momento
muy
emotivo
para
mí,
porque,
como
les
dije
en
la
despedida
que
tuvimos
a
bordo
el
día
antes
de
entrar
en
Cádiz,
para
mí
y
para
el
resto
de
españoles,
Sudamérica
es
una
extensión
de
nuestras
familias,
todos
allí
son
nuestros
primos.
Todos
menos
los
argentinos,
que
son
nuestros
hermanos.
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En
nombre
de
la
Armada
Española,
en
nombre
de
España
y
en
el
mío
propio,
muchas
gracias,
Argentina,
por
haber
conseguido
que
nos
acerquemos
una
vez
más.
Alvaro
Pery
Pardo
de
Donlebun
Alférez
de
Fragata
de
la
Armada
Española |
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