En navegación- El buque
escuela fragata ARA “Libertad” compitió en la tradicional Boston Teapot,
una vez que zarpó del puerto dominicano de Santo Domingo y en tránsito
al puerto mexicano de Veracruz. En cinco días computó 1030 millas
náuticas (unos 2000 km) navegando a pura vela, con un promedio de 8,6
nudos de velocidad.
La Boston Teapot es una competencia de carácter individual en su
proceso, es anual y está supervisada por la Sailing Training Assosiation.
Consiste en navegar la mayor distancia posible en 124 horas, en un tramo
de navegación que cada buque elige considerando aquellas zonas donde los
vientos suelen presentarse más favorables. Durante el itinerario la
embarcación puede realizar hasta dos caídas, y la distancia a navegar
debe estar contenida en el marco de un viaje de instrucción. Cada navío
que participe tiene tres oportunidades para mejorar su propia marca.
Desde el primer minuto de iniciada la competencia, la cubierta del buque
fue acaparada en su totalidad por las brigadas de velas, al tiempo que
el puente de Comando dobló su tarea para afinar la ruta de navegación en
función del viento, intentando en todo momento alcanzar la mejor
performance posible. Cuando sonó el silbato del contramaestre general,
suboficial mayor Oporto Marciano, la adrenalina impregnó a cada marino y
en escasos segundos el personal subió a los diversos palos y tomó
posición de maniobra.
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Esta
competencia destaca el trabajo en equipo de un velero, su
profesionalismo, precisión y, sobre todo, su sentido de propósito. No es
posible el desempeño individual; no sirve. Cada maniobra requiere del
apoyo mutuo, del trabajo codo a codo, de la confianza. De estos factores
depende arrancarle al viento su mejor aliento, de tenerlo como aliado. Y
también en esto participan los demás departamentos y divisiones, porque
más allá del trabajo a pura vela, la electricidad tiene que continuar
funcionando, las cocinas brindando cada alimento, los pañoles asistiendo
con cada elemento necesario. Todo el buque corre la regata, cada hombre
y mujer aporta su grano de arena.
“La gente se mostró entusiasmada, tuvimos un pico de 15 nudos con un
viento relativo de 28 nudos, que es un rendimiento muy bueno de todo el
aparejo, de todo el sistema. Navegamos rumbo sudoeste hacia el centro
del mar Caribe y después caímos al Noroeste en dirección al estrecho de
Yucatán”, contó el comandante, capitán de navío Marcos Henson.
Cuando se navega a pura vela, se adoptan condiciones de máquinas, es
decir, se deja de propulsar con los motores y la hélice se coloca a paso
bandera, quedando las palas paralelas a la línea de crujía para reducir
la resistencia al avance del agua. El resto se debe al trabajo sobre
cada una de las 27 velas de la “Libertad”, de las cuales 15 son cuadras,
5 foques, 6 estais y 1 cangreja, que sirve de timón.
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Sobre cada palo (bauprés, trinquete, mayor y mesana) el personal de la
especialidad mar pone a prueba sus conocimientos y capacidad de trabajo
en equipo. La sincronización para trabajar sobre cada cabo, la fuerza
combinada, el silbato y la voz de cada contramaestre, el apoyo constante
entre sí. Nada queda al azar más allá de la voluntad del viento. Una vez
que el buque está propulsando a totalmente a vela se establecen las
guardias de cuatro horas por brigada de cada una de las tres Divisiones
compuestas por el personal de los distintos palos.
Los dos primeros días el buque navegó con 11 nudos de mínima y 15 como
velocidad máxima, efectuando a las 36 horas de iniciada la competencia
la única caída que tuvo la derrota. Para el tercer día, el movimiento
del aire disminuyó, lo que significó un gran descenso en la velocidad.
En esos momentos los marinos contienen en sí una ansiedad que el viento
desconoce. Van y vienen por la cubierta mirando las tiras de tela que
acusan la intensidad del viento y su dirección, viendo de qué forma
sacarle alguna ventaja al viento. Cuando nada parece dar resultado, se
invocan distintas tradiciones marineras para atraer el viento, algunas
de las cuales funcionaron. En una oportunidad, luego de una de esas
tradiciones y en tiempo récord, el buque escuela pasó de 5 nudos a 12,5
de velocidad. Pero el envión duró sólo algunos minutos.
Para el cuarto día de competencia otra vez la fuerza del viento mermó y
se navegó entre 5 y 7 nudos de velocidad hasta la noche, cuando un pico
de viento puso a la brigada de turno a bracear para mejorar la condición
de avance. Durante un largo tiempo se trabajó con la cazadora encendida
--iluminación en cubierta-- en maniobras sobre ambas bandas. Entrada la
noche, el buque había sumado un nudo más (superó apenas los 8), lo que
para una competencia así es un logro arrancado al viento por la
perseverancia de los hombres y mujeres de mar.
Durante los cinco días, en cada entrega de guardia, la brigada de vela
saliente dejaba en manos del nuevo grupo la responsabilidad de intentar
mantener la buena velocidad, el favor de cada ráfaga de viento, de cada
soplo. Fueron cinco jornadas de redoblar los esfuerzos constantemente,
de tensión concentrada, y de fe, con el apoyo y aliento permanente de
toda la tripulación, de cada departamento y división.
“En los buques a vela se aprende a trabajar en equipo, no es posible
operar de otra manera. No hay tarea a bordo que la haga un hombre solo”,
destacó el comandante. En la “Libertad” se opera como hace 50 años, de
la misma manera que antes fue en su antecesor, el actual buque museo
fragata ARA “Presidente Sarmiento”, donde se han formado en las artes
marineras y se han forjado en la naturaleza del mar generaciones de
marinos argentinos.
"Quiero resaltar el profesionalismo de la gente, cómo se compenetra, se
esfuerza constantemente para mejorar el rendimiento del buque, como se
forja el espíritu de equipo que es uno de los objetivos primordiales del
viaje de instrucción; que nuestra gente y los guardiamarinas aprendan a
trabajar en equipo es esencial para la profesión naval”, remarcó el
capitán Henson.
Al finalizar la competencia, con el cansancio visible pero con
satisfacción en los rostros, los marinos se saludan entre sí. Nadie en
el buque duda de que dejaron todo en cada maniobra y que ese esfuerzo de
equipo, más allá del resultado, valdrá su peso en experiencia marinera y
en camaradería. En confianza en el otro como en uno mismo.
Luego, los datos computados se envían a la Asociación donde son
comparados con todas las presentaciones que se hagan durante el año, en
el período de octubre a octubre. La nave que obtiene el mejor resultado
se adjudica el premio. La fragata ARA “Libertad” es el buque en todo el
mundo que mayor cantidad de veces lo ganó y mantiene además el récord de
cruce del Atlántico a vela desde 1966, cuando marcó 2058 millas en 8
días y 12 horas.
La “Libertad” favorita del viento
Se disputó una regata en el tramo de navegación que une la ciudad
venezolana de “La Guaira” con la ciudad dominicana de Santo Domingo. En
navegación a pura vela formaron parte de la misma, el buque escuela
fragata ARA “Libertad”, el bergantín ARC “Gloria” de Colombia; el
bergantín “Cuauhtémoc” de México; y el bergantín “Simón Bolívar” de
Venezuela.
El primero en cruzar la línea de llegada fue la fragata “Libertad”
secundada por el buque escuela mexicano “Cuauhtémoc”. En esa oportunidad
la regata se corrió en 52 horas y computó 467 millas náuticas – unos 840
km–.